miércoles, 18 de diciembre de 2019

¿Por qué hacemos bullying?

El 2 de diciembre, a las 9:16 de la noche (hora de Venezuela), publiqué una foto en mi cuenta de Twitter @eliashaig de mi disfraz de Carl Sagan con el que fui al colegio porque nos habían dado permiso de ir con vestimenta libre. Como probablemente sepas si lees este olvidado -por su creador y sus lectores- rincón digital, el tweet explotó mucho. Muchísimo. Más de lo que me esperaba. Demasiado. Más que una hipernova.

Mientras respondía el montón de apreciadas mentions, pensé algo: ¿por qué hacemos bullying? Sea hacia los emos, los furries, los nerds, o los populares, es algo milenario: por ejemplo, el 15 de marzo de 44 a.C., el Senado romano llevó el bullying a Julio César a otro nivel, y quizá sea por las mismas razones que en la actualidad. 
Antes de empezar en las clásicas divagaciones que este blog suele vestir, vamos a intentar definir qué es el bullying. Según el Diccionario de la Lengua Española, es "Aviso: la palabra bullying no se encuentra registrada en el diccionario", mientras que según Cuídate Plus, es "lexposición que sufre un niño a daños físicos y psicológicos de forma intencionada y reiterada por parte de otro, o de un grupo de ellos, cuando acude al colegio". Mientras tanto, el diccionario de Cambridge establece que el bullying es -definición traducida del inglés- "el comportamiento de una persona que hiere o asusta a alguien más pequeño o menos poderoso, usualmente forzando a esa persona a hacer algo que no quiere".
Grupo de senadores vengándose de su bully, o La muerte de
Julio César
, de F.H Fuger.
En ambas definiciones encontramos un punto común: el bullying implica un daño a alguien, y esa es la característica del bullying en que esta entrada se basará. Teniendo un pequeño marco teórico sin normas APA, vamos a empezar a entrar en terreno profundo.
La tercera ley de Newton, publicada en su Philosophiæ naturalis principia mathematica en 1687, indica que toda acción tiene su reacción, y si bien el bullying puede provocar reacciones perjudiciales en otros sujetos, ¿qué tal si lo tratamos como una reacción, como un mecanismo de defensa?
Basado en mi experiencia, todos aquellos bullies que he conocido -o de los que he sido víctima- crecieron en circunstancias particulares: entornos agresivos, donde se fomenta la agresividad hacia lo diferente y, especialmente, nunca han tenido contacto con la cualidad que desprecian de su víctima.
Yo posando con un ejemplar de Principia que me
encontré en mi colegio. 
Sabiendo que el bullying es una reacción, ¿frente a qué es? Frente a lo desconocido. El miedo a lo desconocido existe, y está bien documentado. Según este estudio, la segunda respuesta más común a tal miedo es la agresividad, que se suele transformar en bullying. Es obvio que pasamos toda nuestra vida exponiéndonos y enfrentándonos a los miedos, el problema es que no todos estamos preparados para reaccionar a ellos de la misma manera.
Yo le tengo miedo, por ejemplo, a las malas notas porque entiendo las implicaciones que ello pueda conllevar -en otras palabras, porque da mucho fastidio estudiar saque de volleyball en vacaciones-, pero no todos los miedos son conscientes, y, por lo tanto, no todas las reacciones lo son.
Resultado de imagen para gif physical education
Del montón de gif que he puesto en este blog, ninguno me había
identificado tanto, tanto, tanto.
¿La solución? Definitivamente, mejorar nuestra educación para que fomente la valentía frente a los miedos y la solución pacífica a los problemas, que demuestre que la agresividad no es la salida y que a los asmáticos no nos puede ir bien en educación física por razones fisiológicas.

¡Al fin Noción de la Procrastinación vence a su nombre! Nos vemos en otra entrada.

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