Hoy fui al colegio disfrazado de Carl Sagan.— Elías Haig (@EliasHaig) December 3, 2019
¿Se burlaron? Sí, bastante.
¿Me arrepiento? Ni por un segundo.
Carl Sagan tiene su fan en Venezuela.@CSInst @Brownianaweb @alex_riveiro pic.twitter.com/SZ3oExNVcL
Mientras respondía el montón de apreciadas mentions, pensé algo: ¿por qué hacemos bullying? Sea hacia los emos, los furries, los nerds, o los populares, es algo milenario: por ejemplo, el 15 de marzo de 44 a.C., el Senado romano llevó el bullying a Julio César a otro nivel, y quizá sea por las mismas razones que en la actualidad.
Antes de empezar en las clásicas divagaciones que este blog suele vestir, vamos a intentar definir qué es el bullying. Según el Diccionario de la Lengua Española, es "Aviso: la palabra bullying no se encuentra registrada en el diccionario", mientras que según Cuídate Plus, es "la exposición que sufre un niño a daños físicos y psicológicos de forma intencionada y reiterada por parte de otro, o de un grupo de ellos, cuando acude al colegio". Mientras tanto, el diccionario de Cambridge establece que el bullying es -definición traducida del inglés- "el comportamiento de una persona que hiere o asusta a alguien más pequeño o menos poderoso, usualmente forzando a esa persona a hacer algo que no quiere".
Grupo de senadores vengándose de su bully, o La muerte de Julio César, de F.H Fuger. |
La tercera ley de Newton, publicada en su Philosophiæ naturalis principia mathematica en 1687, indica que toda acción tiene su reacción, y si bien el bullying puede provocar reacciones perjudiciales en otros sujetos, ¿qué tal si lo tratamos como una reacción, como un mecanismo de defensa?
Basado en mi experiencia, todos aquellos bullies que he conocido -o de los que he sido víctima- crecieron en circunstancias particulares: entornos agresivos, donde se fomenta la agresividad hacia lo diferente y, especialmente, nunca han tenido contacto con la cualidad que desprecian de su víctima.
Yo posando con un ejemplar de Principia que me encontré en mi colegio. |
Yo le tengo miedo, por ejemplo, a las malas notas porque entiendo las implicaciones que ello pueda conllevar -en otras palabras, porque da mucho fastidio estudiar saque de volleyball en vacaciones-, pero no todos los miedos son conscientes, y, por lo tanto, no todas las reacciones lo son.
Del montón de gif que he puesto en este blog, ninguno me había identificado tanto, tanto, tanto. |
¡Al fin Noción de la Procrastinación vence a su nombre! Nos vemos en otra entrada.
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