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sábado, 26 de octubre de 2019

Educando a los 13 años: ¿es la educación una simbiosis?

8:50 a.m: un recinto cerrado, en el que no hay posible salida. Personas con los dientes crujiendo, con una vestimenta que responde a un código, y esperando, a lo Pavlov, un timbre. Gotas de sudor caen, se escucha el tintineo de piernas temblorosas. Se siente la tensión sobrenatural que genera el intercambio de miradas: el único sonido perceptible es el del grafito sobre el papel. La única escapatoria visual es la puerta de vidrio.
El calor arrecia. ¿Es la Naturaleza respondiendo, o nuestro sistema nervioso haciéndose de las suyas? No importa: no hay tiempo de anatomía: el examen es de Historia. Entra, por cierto, el profesor de Biología para anunciar que la mitad del grupo -a la que le correspondía Orientación en Salud- no tiene quien lo atienda. La orden es atender a todo el salón, pero en el Laboratorio no hay butacas suficientes. ¡Estábamos libres!
Sin embargo, la libertad, por más preciada que sea, no siempre es bienvenida: Sherlock Holmes decía que se obtenía la respuesta a un problema desconectándose de él por un minuto, y acá se demuestra que no hay que ser inglés ni dependiente a la cocaína para ser parte del rango de tal función. Aunque suene insólito, ¡queríamos tener clases!
¡Tan lindo mi salón! Claro, si le quitas las laptops, las mesas,
los colores, la pintura de las paredes, las ventanas, los
puffs, las sillas, el piso limpio, y divides las mesas
circulares en unos pupitres feos.
Las miradas nerviosas se esparcen. No teníamos otra escapatoria: teníamos que estudiar sobre Egipto, cuna de la escritura, la anatomía y la necrofilia. Las miradas nerviosas se entrecruzan: definitivamente no todos entendíamos el tema, y sólo faltaban 90 minutos para el examen. Las miradas nerviosas empiezan a convertirse en murmullos de estrategias para estudiar.
Un chamo se levanta de su pupitre hecho de tubos metálicos y tablas de madera, se arma de valor y pasa al frente: ¡daría una clase sobre el Antiguo Egipto, a pesar de estar en la misma posición!
Pide un marcador, y escribe, en una letra ininteligible a causa de su mediana estatura:
----6000 a.NE: Egipto Predinástico----
Resulta ser que ese chamo está, en un pijama de helicópteros, escribiendo esta entrada para su abandonado blog... ¡y soy yo!
Dando esta clase, y repitiendo una estrategia similar a la fecha de la publicación de esta entrada a petición de mi grupo en una dinámica, aprendí una serie de cosas sobre la educación que no me pude aguantar de escribir para este perdido rincón víctima de su propio nombre: la procrastinación. ¡Vamos allá!

    • La educación es un proceso enriquecedor para ambas partes: Yo no me considero un historiador, y definitivamente no es algo a lo que me vaya a dedicar, pero me encantan dos cosas que envuelven Historia: tener buenas notas y saber de dónde demonios vienen las cosas que me encantan. Poniendo en práctica ciertos conocimientos que había adquirido estudiando para este examen, y empezando con una clase notablemente fastidiosa pero que fue adquiriendo dinamismo al final, logré meterme en el papel de esos señores que metían las tripas de la gente en unos vasos como de pasta y asociar, basándome únicamente en la deducción, la ubicación y la fecha, esos conocimientos que jamás hubiese adquirido si no fuese por la escuela con mi poco pero sincero fanatismo por la mitología griega, de tal manera que fue cierta. Quedé enamorado de Egipto, y entender el tema hasta sus vísceras únicamente dando una clase. Sí, saqué 17 en el examen por desarrollar de más, pero ese es otro tema.
      Imagínate abrir un pote con la cara de un animal y encontrarte
      un hígado. Disculpen, estoy traumatizado.
    • Las notas no importan absolutamente nada: En la actualidad, las notas están exageradamente sobrestimadas: ese nerviosismo que describí en los primeros párrafos era causado única y exclusivamente por el miedo a tener una mala nota, no por no haber comprendido el tema. Si la prioridad fuese la comprensión y no la evaluación, el ambiente antes de un examen sería de felicidad por tener una oportunidad de expresar sus conocimientos, no de miedo por entrar en una situación considerada peligrosa. Necesitamos reconsiderar cuál es el objetivo de las evaluaciones: después del examen, estoy seguro que a cualquier estudiante se le olvidan los temas evaluados: sólo le importa saber cuál es la nota. Es prioritario desarrollar un sistema educativo donde el estudiante desarrolle un interés tal por el tema que le deje una marca, y que, si por alguna razón no entendió la tema, al salir de la evaluación intente hacerlo porque entiende la importancia de ello.
Quería poner un caption pero me da miedo que lo lea
un profesor y me aplace.
    • Las clases no deberían ser dirigidas por el profesor: Suena extraño, lo sé. Mi clase empezó algo floja: realmente no tenía muchas ganas de hacerlo, pero mientras me desenvolvía surgían cada vez más preguntas, que me llevaron a establecer relaciones entre temas que lucían totalmente inconexos, y a idear vertientes del tema que merecen total reconocimiento pero que no había pensado. Asimismo, las preguntas me permitieron notar en qué aspectos el salón necesitaba refuerzos para tratar con especial ahínco en la clase: las preguntas sirven como diagnóstico de las debilidades del salón, y en el hipotético sistema educativo basado en la comprensión y no la evaluación que propongo, el diagnóstico es esencial. El profesor no puede saber que el salón falla si no se le hacen preguntas mientras da el tema, que, además, le permiten expandir sus conocimientos y aumentar la calidad de sus clases.
Así terminamos con esta entrada de Noción de la Procrastinación que refleja mi experiencia de sólo 90 minutos dando clases a un salón, o, mejor dicho, medio salón sobre un tema del que no soy experto. ¡No puedo imaginar cuánta experiencia se puede adquirir en una semana, un mes, o 28 años dando clase, si yo logré sacar una entrada con sólo una hora y media!
Confío que es así.


jueves, 22 de agosto de 2019

El sueño de la Sociedad Tolkien: #UnAñoProcrastinando

Un día como hoy del año pasado, estaba saliendo, con mi camisa de Flash y mis nervios alborotados de una entrevista en Miranda 100.1 FM, con motivo de la creación de mi blog. Un año, casi 5000 visitas y muchas felicidades después, este sueño sigue, contra toda expectativa, en pie.
Y, para celebrar el cumplimiento de un sueño, haré una entrada tributo al futuro de este rincón digital. 
Lo mejor de todo, es que ha crecido aún más.
En Venezuela, todo es tan difícil como llevar el Anillo a Mordor, pero sin agua en Rivendel, sin luz para despachar en Bree  y con Minas Tirith siendo saqueada.  Sin embargo, como diría Simón Bolívar al final de su célebre Manifiesto de Carúpano, Dios concede la victoria a la constancia. Y, creas o no en Dios, los patriotas perseveraron y Venezuela fue un país libre, que llegó a ser el más rico de América Latina.
Y Noción de la Procrastinación ha perseverado, ha aguantado las caídas de internet, ha publicado desde un teclado en el que nunca supe cómo poner los acentos, ha editado desde la tableta y ha sobrevivido a exámenes, a exposiciones y a ensayos. Ha salido victorioso de las batallas campales entre mi flojera y mis talentos, y, lo más importante: me he divertido mucho haciéndolo.


Con 28 entradas publicadas, el blog ha averigüado si un planeta ficticio tiene ombligo, ha analizado un vídeo navideño legendario, e incluso ha desmentido la apertura de un Starbucks en Venezuela. Sin embargo, con cinco entradas, el tema recurrente ha sido aquel autor que nos ha llevado a innumerables mundos, nos ha presentado a valientes héroes y cobardes traidores: J.R.R Tolkien.
Y, como un blog no es suficiente espacio para albergar un mundo con cuatro eras, tres especies, y cuatro continentes, es necesario albergarlo en alguna parte, que he venido pensando hace mucho tiempo: la Sociedad Tolkien Venezolana.
Una Sociedad Tolkien es, según la española, una asociación cultural cuyo objetivo es la promoción, difusión y estudio de la obra de J.R.R. Tolkien. En Venezuela, un país donde la autoayuda y lo que sea que es la literatura de Paulo Coelho predominan, es muy necesario una Sociedad Tolkien. Y la va a tener.
Ermoso¡ Maestro Koelo¡¡
Al ser aún un proyecto lejos de ser realidad, es poco lo que se puede ayudar. Si te interesa el asunto y alguna conversación ocasional sobre ese señor que fumaba pipa y creaba mundos, puedes unirte al grupo de Telegram, y si realmente te gustaría construir la Sociedad desde sus cimientos, acompañarme en la misión de crear algo totalmente nuevo, puedes escribirme a mi Telegram privado como @Teleprocrastinador. La STV, Sociedad Tolkien Venezolana, va con todo.

Finalmente, quiero agradecer especialmente a mi mamá y a mi papá, que son las piedras angulares de mi vida, a Luis Carlos Díaz, por regalarme la mejor experiencia de mi vida al invitarme a la Cátedra del Pop, a Fernando Pereira y Óscar Misle por permitirme entrevistarlos en la entrada "CECODAP: En la lucha por el futuro de Venezuela", a Yulitza Rangel, por invitarme a la radio hace poco más de un año, a Paula Russa, por mencionarme en este excelente artículo sobre La Cátedra del Pop. También quiero darle las gracias a todos los que han leído, criticado, disfrutado, apoyado, compartido este rinconcito digital. Sin ustedes, este blog no existiría.

A por otro año más.

sábado, 26 de enero de 2019

Los memes como un elemento de protesta

¿Qué es un meme? El meme abarca muchos sentidos: el meme, según Richard Dawkins, es la unidad teórica de información cultural transmisible de un individuo, mente, generación a otra.
Pero el meme de Internet, en nuestras vidas, es algo muy distinto. El meme puede ser muchas cosas: entretener, enseñar, explicar, burlar (aunque el término más común para el meme burlón es momo), y un sinfín de cosas más.
Pero acá vamos a tocar una arista muy interesante: el meme como objeto de protesta.
¡Ups! No se cumplió.
La primera aparición del meme como instrumento de protesta la encuentro en un pasado bastante reciente, el 22 de octubre del 2018. Angelina Jolie (si, la actriz esa gringa) visitó un centro de refugiados venezolanos en Lima, Perú.
El fenómeno que causó esta visita sorpresa fue muy fuerte: reportajes, tweets, cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres y memes: muchos memes.
Lo peor, es que hay más.
Ahí empezó un fenómeno muy interesante, que ha tenido varios episodios: el meme manifestante, basado en un suceso político. Esta figura tiene dos opiniones que se contraponen: la primera se basa en que le resta seriedad al asunto, convirtiendo un asunto serio en una imagen jocosa.
Por su parte, la segunda parte de la idea que es importantísimo hacer memes críticos con sentido político, pues le da al suceso una difusión más rápida, eficaz y amigable.
No sé si mis campañas para vocero del salón cuentan,
pero necesitaba una imagen para poner acá.
En lo personal, la segunda opinión es la mía. Vamos a colocarnos en el rol de un inglés de 27 años residente en su país.
Este hipotético inglés está navegando por Instagram, cuando encuentra un meme de un señor con capucha, que, aparentemente es el presidente -o no- de Venezuela, un país americano sumido en la pobreza.
Nuestro inexistente personaje va a tener ese impulso humano tan agradable llamado curiosidad, y va a investigar sobre ese paísucho petrolero.
Se entera de la situación política del país, y va a estar informado. Cuando su amigo comunista venga a decirle que el presidente obrero obeso es el único gobernante, nuestro imaginario personaje va a combatir la desinformación, le va a explicar la situación, la va a comprender y va a apoyar centrando los ojos del mundo sobre este recoveco nacional, ayudando a treinta millones de personas en su lucha por la libertad.
Suena el himno soviético de fondo.
Entonces, ¿qué prefieres, que la situación de un país en ruinas sólo la sepan los pocos que leen noticias, o utilizar un recurso amigable para informar personas?
Creo que es mejor la segunda opción.
Elías Haig




martes, 22 de enero de 2019

¿Qué hace que los videojuegos sean tan adictivos?

Debo admitirlo: he tenido tres episodios de adicción a los videojuegos. El primero fue con Club Penguin, en el 2011. Llegué a estar tan inmerso en ese mundillo helado que registré once horas en un sólo día, con seis años. 
El siguiente se produjo en el 2013, con Minecraft -ya sé, muy poco original-, y, a pesar que Mojang no ofrece un registro claro de cuántas horas al día se juega, me atrevería a decir que alcancé las diez horas diarias. Incluso, en una llamada de Skype jugando con algunos amigos, registré siete horas continuas.
Y, el último -al menos eso espero- está en desarrollo. Al producirse en 2019, no se puede tratar de otro juego sino de Fortnite
Luce bastante inofensivo.
Este juego -bastante vacío, por cierto- tiene un argumento muy simple: cien jugadores saltan de un autobús y se matan entre sí en una isla. Sin embargo, no todo es como luce: este videojuego -diseñado, en un principio, para niños- ha mantenido a miles de niños enviciados con la pantalla de un ordenador o consola. A pesar que mi caso no es -relativamente- tan extremo, hay casos escalofriantes: el episodio adictivo más importante que se ha presentado es el de una niña de nueve años en Inglaterra totalmente adicta. 
Pero, ¿por qué? ¿Que hace que algo tan inútil envicie tanto?
Sé que no tiene mucho sentido la imagen, pero
es necesaria para no aburrirte. Espero lograrlo.
La respuesta la encuentro, al menos para los juegos con más episodios de adicción, en que no tienen un principio, ni un fin. Podemos ejemplicar muy bien esta característica en un juego que ha sido muy adictivo desde su concepción en 2003, Call of Duty, que cuenta con un modo online en el que... bueno... emm... es básicamente lo mismo que Fortnite pero más real y con quince personas.
Otro juego que no tiene un principio ni final es Minecraft, que, a pesar que se le puede sacar muchísimo provecho con una buena orientación, es un juego estilo sandbox: un mundo ilimitado en el que puedes construir lo que se te dé la gana. Espero que en el sandbox que habitamos logremos construir una Venezuela libre.
BMO nos ofrece una representación precisa sobre cómo
se encuentra la cabeza de un ludópata virtual.
Como todas las cosas infinitas, los videojuegos nos inquietan y nos desvelan tratando de resolver problemas que se nos presentan en ellos: haciendo que no paremos de jugarlos y por lo que encuentro en los videojuegos el mismo atractivo que en las Matemáticas, haciéndolos lo más bello del mund ¡Fuera de aquí, Elías adicto, en el blog no te metas!
El siguiente título al que procedemos es la prevención: entiendo con esta macabra -pero realista- explicación, debe ser aterrador pensar en el simple hecho que un familiar, amigo o uno mismo caiga en este círculo.
Como diría el doctor Stephen Strange: Tony, no había otra
manera.
La manera más práctica de hacerlo sería desarrollar el sentido crítico a su máximo exponente, para así poder entender -como lo estoy tratando de hacer- el sinfín de problemas que causa la ludopatía digital. No soy psicólogo, de hecho, creo que mis experimentos psicológicos de distanciarme de mis amigos para ver si les importo han fracasado, pero diría que primero habría que charlar con la víctima sobre los defectos que tiene. No una charla incómoda, fastidiosa, ni de esas que desarrollan pensamientos suicidas, sino una charla empática, comprensiva, y chévere. 
Si ese primer intento no funciona, creo que habría que empezar a concientizar al gamer de los aspectos que han cambiado en su vida diaria desde la introducción del juego en su vida: qué ha dejado de hacer, en qué ha retrocedido, y cómo ha cambiado.
Los Padrinos Mágicos es una serie contraindicada.
No es la peor, pero hay mejores.
Si ninguno de estos pasos funciona, creo que lo más útil sería acudir a un psicólogo que acabe con el vicio. O, si eres más chapado a la antigua; creo que el instrumento con el que mantienes tus pantalones ajustados será suficiente.
La entrada de hoy la quiero finalizar con una disculpa a mis inexistentes lectores por la ausencia de entradas. El por qué de la inactividad reinante en la Noción de la Procrastinación está en el título del blog y en esta entrada.
¡Muchas gracias por leer!
Elías Haig





martes, 24 de julio de 2018

love.onion: Tor for dummies

Como muchos de mis compañeros internautas deben saber, el 22 de junio, el gobierno venezolano prohibió el uso de Tor. A pesar que yo ya conocía acerca de esta gran iniciativa nacida en el 2002, noté que no había un gran conocimiento acerca de Tor. Para tratar de remediar esta situación, haré una entrada bien documentada acerca de ello.
Abordaré el tema desde una perspectiva interrogativa, y si tienen otra duda, trataré de responderla. Pueden enviar sus preguntas a mi Twitter, @eliashaig o me las envían por correo, a eliasebastianhaig@gmail.com
¿Qué es Tor?
Según Wikipedia, Tor es
Tor es la sigla de The Onion Router (en español: Enrutador de Cebolla). Es un proyecto cuyo objetivo principal es el desarrollo de una red de comunicaciones distribuida de baja latencia y superpuesta sobre internet, en la que el encaminamiento de los mensajes intercambiados entre los usuarios no revela su identidad, es decir, su dirección IP (anonimato a nivel de red) y que, además, mantiene la integridad y el secreto de la información que viaja por ella. Por este motivo se dice que esta tecnología pertenece a la llamada darknet o red oscura también conocida con el nombre de deep web o web profunda. 
Aunque no te estoy viendo (¿o sí?), hay un 93.7% de probabilidad que no hayas entendido absolutamente nada acerca de lo que puse antes. Voy a resumírtelo así: Tor es un proyecto que tiene como objetivo el desarrollo de una red de comunicaciones en la que nada de lo que haces revela tu identidad, ni tampoco revela la información que envías o recibes. Por esto, se dice que es parte de la darknet, es decir, la internet oscura.
Ajá, bien chévere, ¿pero cómo funciona?
Eso es un poco más complicado. La misma página oficial de Tor nos lo explica a través de tres sencillos GIFs
Paso 1: El cliente Tor (descargable a través de torproject.org de Alice obtiene una lista de nodos de Tor desde un directorio. (Los monitores marcados con símbolos de adición son los nodos Tor)

Paso 2: El cliente Tor de Alice elije un camino aleatorio a un servidor de destinación. Las uniones verdes están encriptadas. Las uniones rojas están al descubierto.
Paso 3: Si más tarde, el usuario visita otro sitio, el cliente Tor de Alice elije un segundo camino aleatorio. La leyenda se repite.
Hmm. Genial. Pero ya me descargué Tor y no puedo entrar. Vivo en un país con censura. 
Y aquí es donde la cosa se pone interesante. De nuevo, los genios de Tor Project nos dan una respuesta sencilla. Y adaptada a lenguaje venezolano.
En fin, esta es mi pequeña recomendación acerca de Tor. Les recomiendo entrar en torproject.org y donarles algo, pues son parte del camino que se debe seguir para una Venezuela libre.
Elías Haig