martes, 9 de julio de 2019

Los libros en Venezuela: agonía prolongada

Tras un largo hiato en la publicación de entradas en el blog porque, bueno, Cantv es muy Cantv. De hecho, usé el artículo sobre anzoatiguenses porque su hobby es bloquear medios y no pude entrar a la página de El Nacional o Efecto Cocuyo para obtener el link para empastar. Con respecto al blog, no se preocupen: está tan muerto que ni el Ministerio de la Verdad se enteraría de su existencia.
No vale, ¿llorando yo?
Continuando con la entrada (y con mi pequeño país de origen que está de cumpleaños), vamos a tratar hoy un tema que, a pesar de haber ocupado espacio en algunos medios en estos últimos meses, no recibe la atención que merece: los libros en Venezuela. Sí, la situación del conocimiento en un país donde el hambre impera en las calles sigue siendo merecedora de atención: la gravedad de una situación no oculta a la otra, y es necesario denunciar la troglodita situación del país en cada uno de los aspectos que lo abarcan. Bueh, tampoco tanto: si las aristas del conflicto venezolano abarcaran un polígono... creo que sería un apeirógono, ¿no?

En un radio de diez kilómetros alrededor de mi casa en Los Altos Mirandinos, existían cuatro librerías no escolares en el 2013: dos Nacho, una Las Novedades y una independiente. Hoy en día, ambas Nacho cerraron, Las Novedades ahora vende únicamente un reducido número de revistas y textos escolares de editoriales extrañas, y la librería independiente sobrevive a duras penas, con libros muy viejos y desgastados.

Por su parte, en Caracas la situación no es muy prometedora: librerías boutique como Lugar Común se han visto forzados a cerrar sucursales por razones diversas o a directamente cerrar, como es el caso de Libroria, que desapareció repentinamente. Las grandes cadenas de librerías han menguado destacablemente: Nacho, de 56 librerías queda una sola (si bien en el tweet posterior aparecen dos, en la Nacho restante del Sambil nos informaron que cerró en diciembre y sólo queda esa), y Tecniciencia, de 26 librerías resisten 6. Nada muy esperanzador, ¿cierto?


Dejando a un lado el pesimismo por un rato, los bibliófilos que quedamos en el país aún tenemos ciertos bastiones sofistas bastante nutridos. La librería Tecniciencia del CCCT es lo mejor que hay, a mi parecer, en Caracas: han importado bastantes libros últimamente y aún se pueden encontrar esos grandiosos libros ilustrados que eran comunes en la década pasada, como la colaboración de Google con D.K  en un grandioso estado. La diáspora también nos da una noticia que prefiero tomar por buena: la emigración ha dejado atrás muy buenos libros que se venden a precios baratísimos en Mercado Libre y los famosísimos grupos de compra-venta que abundan en el país más que la represión. Quizá no tanto, pero se entiende la metáfora, ¿no?
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Recomiendo seriamente ir. Es fabulosa.
También hay algunas iniciativas que apoyan la lectura en el país y dan esperanzas mayores que el "¡Vamos Bien!" sobre el desarrollo de los libros en el país: por un lado, la diáspora apoya al desarrollo del potencial literario venezolano a través de un sistema peer to peer como Macondo Club y, por otro, los libros usados toman terreno, abriéndose como una iniciativa que permite su difusión y adquisición. 
Por supuesto que no es la mejor situación, pero definitivamente es mejor que dejarse someter a las olas corrosivas de la ignorancia. La cultura es, además, la mejor forma de resistencia y supervivencia en un país donde la única ley es la uniformidad.
Siendo así, ¿por qué no vas a leer?
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Bueh, tampoco es que se pueda elegir así de fácil. Es un proceso
complejo.


1 comentario:

  1. Me gusta el articulo. En este campo tenemos el derecho de insistir en la lectura

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