lunes, 9 de agosto de 2021

Ciencia y escuela: hagamos una relación linda de una que ahora es tóxica.

Al menos en Venezuela, a la gente no le gusta la ciencia. Para muchos, "física" o "química" no son ramas del saber que han ayudado enormemente a la humanidad, sino que son sólo recuerdos oscuros de esa edad extraña que fue estar en bachillerato. "Matemática" no es el lenguaje del universo o una de las cosas más lindas que existe, sino que es sólo la materia más difícil que vieron en la escuela y de la que se olvidaron a los dos días de graduarse.

Física, química y matemáticas no son tres disciplinas mágicas sin las que no existieran muchas de las cosas que nos rodean, son "las tres marías": tres materias con las que asustan a cada persona que pasa a tercer año, haciendo que muchos ya le tengan rabia incluso desde antes de ver la primera clase de ellas.

A pesar que estos memes sean buenísimos, la realidad
que exponen es bastante cruda y triste: no le vemos importancia
a lo que aprendemos en la escuela.

Así, entre miedos y frustraciones, la educación en ciencias en Venezuela es, cuando menos, defectuosa. Muchos de los contenidos que se enseñan en clases tienen como único propósito llenar una planilla que diga que los alumnos vieron el tema y no hacer que los estudiantes realmente sientan la esencia y disfruten aprender las cosas que se supone que están viendo en clase.

¿De quién es la culpa de todo esto? No lo sé, y realmente creo que no es importante. ¿Cómo podemos resolver esto? Aquí si hay mucho por decir y mucho por hacer. En mi opinión, la predisposición adversa que tienen muchas personas contra la ciencia encuentra sus raíces en la educación.

Si en las escuelas se entiende a la física solo como un conjunto de reglas sagradas que permiten calcular la trayectoria de una vaca esférica y no como una de las ramas más apasionantes del saber humano y se comprende a la matemática como esa cosa fastidiosa que te enseña cosas inútiles y no como el lenguaje más preciso que tenemos para entender a nuestro Universo, es normal que se le tenga rabia a la ciencia.

Ahora comparen estos datos de investigadores por
millón de personas con el nivel de desarrollo de
cada país.

Porque, finalmente, si se enseña la ciencia como un conjunto de reglas sagradas y no como un conjunto de métodos basados en el escepticismo que llevan a la obtención de conocimientos comprobables, no se está enseñando una ciencia de verdad: se está enseñando sólo una parte minúscula y superficial de ella, que no tiene sentido por sí sola y que, además, hace que se pierdan talentos.

Si alguien con un talento natural para la matemática utiliza procedimientos originales en un examen y su profesor, lejos de felicitarlo por su originalidad e invitarlo a seguir el procedimiento que se explica en clase para que así pueda comprender mejor otros temas que se darán, prefiere regañarlo y asumir que se está copiando, ese talento natural va a sentirse mal y va a dejar a un lado su creatividad matemática para cambiarla por la memorización forzada.

Y así, mil ejemplos. Para mí, el problema principal que tiene la enseñanza de la ciencia es que no hace énfasis en la aplicación sólida del método científico y prefiere enfocarse solo en la enseñanza de conocimientos a los que se llegó a través de este método. Aunque sea más fácil decir que las leyes de Newton son mandamientos escritos en piedra que explicar detenidamente cómo se dedujeron y por qué son útiles, el camino más fácil no es siempre el mejor.

"La ciencia sabe que no lo sabe todo. De
otra forma, pararía". Este gif debería
ser parte del currículum educativo.

El camino fácil muchas veces sale caro. Y creo que la forma en la que enseñamos la ciencia nos ha salido muy caro: hemos creado alumnos desapasionados, capaces de memorizar pero no de llegar a fórmulas. Hemos creado alumnos para los que la ciencia es una pesadilla y no un sueño, y como de los alumnos nacen los ciudadanos, tenemos una ciudadanía que no le da a la ciencia y a la investigación el puesto que se merece.

Si para Einstein las leyes de Newton hubieran estado escritas en piedra, la teoría de la relatividad jamás hubiese existido. Si para Copérnico hubiese sido absurdo intentar refutar que la Tierra es el centro del Universo, jamás hubiéramos aprendido que orbitamos al Sol.

Si en la ciencia todo estuviese escrito en piedra,
nuestro modelo del Universo sería algo así.
O peor.

La ciencia no es un conjunto de conocimientos: es un conjunto de métodos. Métodos que no sólo sirven para comprobar el Teorema de Pitágoras o para calcular la cantidad de átomos en seiscientos mililitros de agua pura, sino métodos que podemos aplicar todos en nuestra vida diaria y que nos pueden ayudar de infinitas formas.

El futuro de un país está en sus escuelas. Si en las escuelas no se le da a la ciencia el valor que merece, en el futuro, el país tampoco le prestará atención. Y creo que ya sabemos qué pasa cuando en un país la ciencia no es algo importante.

Para muestra, un botón. Si queremos cambiar nuestra realidad, cambiemos nuestra educación.

Elías Haig

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