sábado, 31 de diciembre de 2022

¿Los adolescentes somos monstruos?

Bueno, soy un adolescente. Me ha costado reconocerlo, pero soy un adolescente. Y desde hace bastante rato, porque ya tengo 17 años y la OMS dice que la adolescencia empieza a los 10. 
    En realidad, no debería haber razón alguna para que me de cosa admitir que soy uno de esos "monstruos" de los que tanto hablan los libros de cuasi-coaching en paternidad: sin embargo, pareciera ser que nuestra sociedad está configurada para que ser adolescente sea una vergüenza. No sólo es que la palabra suena a "adolecer" aunque esa no sea su raíz, sino que también suele existir una tendencia a considerar que la adolescencia es una edad en que las personas se hacen insoportables.
bro, guárdate.

    Y es que es cierto, es verdad. Yo mismo lo admito: hay días en los que me veo en el espejo y no me soporto, así como también hay días en los que trato mal a gente que quiero sin ninguna razón real. También es cierto que hay cosas que he hecho como actos de rebeldía absurdos, y que más de una vez he hecho cosas que el Elías del momento en que este blog se inauguró estaría sumamente avergonzado, como leerme el primer libro de Harry Potter. Aunque de eso aún estoy avergonzado.
    Sin embargo, ¿realmente merece tanto "hate" la adolescencia? ¿Esos 9 años, entre los 10 y los 19, representan un momento en que una persona se halla completamente fuera de sus cabales y merece poco menos que la excomunión? Ahí no estoy de acuerdo.
    Biológicamente, la adolescencia es una de las etapas de mayor crecimiento en la vida de una persona. Nuestra personalidad deja de ser una extensión de la de nuestros papás y empezamos a ser nosotros: también la presión social empieza a hacer estragos, y nos empieza a preocupar más cómo nos vemos en el espejo que cuando nos llenábamos de chocolate y tierra sin ningún problema.

Te aseguro que a ningún niño le preocupa esto.

    La sociedad se vuelve más restrictiva que antes. Un niño que expresa sus opiniones es "comunicativo": un adolescente que expresa sus opiniones es "rebelde sin causa". Un niño que pasa todo el día tocando guitarra es un genio: un adolescente que pasa todo el día tocando guitarra es un marihuanero sin futuro. Lo que se espera de nosotros es distinto, y eso hace que nosotros respondamos distinto.
    Y no solo es que respondemos distinto porque las fuerzas que operan son distintas, es que también hay unas moléculas medio desgraciadas operando en nuestra contra, que se llaman hormonas. Aunque el ser humano segrega hormonas durante toda su vida, la producción de estrógenos, testosterona y progesterona alcanza niveles pico en la adolescencia, y eso hace que pensemos de formas que cualquier ser con un mínimo de razón consideraría absurdas. Incluso nosotros mismos una vez que esas hormonas se calman.
    Visto de esta forma, ¿realmente hace falta que los adolescentes seamos tan despreciados? Insisto, dudo que sea así. Aunque tengamos cosas malas, nosotros también tenemos mucho que contribuir y tomarnos en cuenta puede resultar muy fructífero.
    Si la niñez es el momento de mayor libertad y la adultez es el de mayor conocimiento, la adolescencia es ese punto medio en el que tenemos cierto conocimiento y lo sabemos aplicar con la libertad que nos va quedando. Un niño no va a tener miedo de decir lo que ve, pero no lo sabrá interpretar a plenitud. En cambio, un adolescente va a ver algo, lo va a interpretar al menos parcialmente y lo va a decir. Con groserías, pero lo va a decir. Y eso es lo importante.
Este señor decía que le había ido bien porque había
sabido pensar como niño. Parece ser útil, ¿no?

    También la adolescencia es un momento de mucha sensibilidad. Y a veces lo que nos hace falta para tomar las decisiones correctas es, precisamente, sensibilidad: porque ella es empatía, y para tomar decisiones de grandes repercusiones, hace falta tener empatía con las personas a las que ella va a afectar. Por algo los movimientos pro-sostenibilidad como Fridays for Future están encabezados por adolescentes: porque la misma sensibilidad que hace que lloremos porque nuestro crush no nos responde la aplicamos a la crisis climática que amenaza a nuestro planeta.
    Puede ser que los adolescentes seamos muchas cosas malas. No lo niego. Pero, finalmente, es una etapa por la que todo adulto atraviesa, y si lo recuerdan es probable que también hayan cometido los mismos atinos y absurdeces que nosotros.
    Cargar con un cuerpo cambiante, unas hormonas alborotadas y una presión social impresionante es suficientemente duro como para que también seamos, como lo dice el título de un libro, "esos monstruos adolescentes".
    La ciencia consiste, esencialmente, en el ensayo y error. Si la adolescencia es algo, es un momento de ensayo y error: pero si cada error es reprimido con la dureza con la que se pena un crimen, vamos también a dejar de ensayar. Y las repercusiones de eso las podemos ver en cada rencoroso de Twitter que defiende el maltrato infantil: personas infelices que lamentablemente nunca terminaron de florecer, y ahora quieren seguir con esa cadena porque no conocen otra forma de ser.
    Los adolescentes no somos tan malos. Lo juro. Para demostrarlo, solo necesitamos la oportunidad.
    ¡Muchas gracias!
Elías Haig

1 comentario:

  1. Hola Elías, siempre es un placer leerte por acá. Comparto lo que comentas, los adolescentes no son malos, sino incomprendidos (y no lo digo desde el cliché, genuinamente están conformando su identidad), como profesor siempre tengo presente lo anterior para dialogar con ustedes. Quizás el tema es que la sociedad los subestima mucho precisamente por estar en una en una etapa que no son adultos, pero tampoco niños, por ello dibujar con claridad su eje de influencia en las esferas de la sociedad se vuelve difusa en ciertos aspectos.
    P.D: Nunca dejes de escribir, como dice Irene Vallejo: "En el fondo, no es tan diferente de todas esas cosas que empezamos a hacer antes de saber hacerlas: hablar otro idioma, conducir, ser madre. Vivir."

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