viernes, 6 de enero de 2023

La ciencia ya es popular. Hagámosla cool.

 Decir que seguimos en esos días en los que ser nerd está mal visto por la sociedad es absurdo. Quizás en las escuelas aún exista cierta discriminación, pero en la sociedad la cosa es distinta. El dinero no lo es todo, pero el hecho que un ingeniero de software en Google gane 162.000 USD al año ya te dice que no hay mucha discriminación social hacia los nerds.

Una frase que en algún momento escuché mucho decía que “los nerds de hoy son los jefes del mañana”. Ese mañana ya llegó. Los gallos de ayer son los jefes de hoy.

Sin embargo, eso no significa que la ciencia y todo lo que podríamos llamar nerd sea necesariamente bien visto. Está bien: todos usamos dispositivos que tienen un montón de ciencia por detrás, ¿pero realmente nos interesa esa ciencia?

Carl Sagan alguna vez dijo que “vivimos en una sociedad exquisitamente dependiente de las ciencias y la tecnología, en la que prácticamente nadie sabe nada acerca de la ciencia o la tecnología”. Para sorpresa de nadie, esa sigue siendo la realidad.

La cámara del iPhone 14 es una cosa impresionante, pero a nadie le interesa saber por qué. El algoritmo de TikTok casi es capaz de adivinar la hora de tu muerte, pero los TikToks sobre algoritmos no reciben casi visitas.

Y yo tengo mi teoría personalísima al respecto: la ciencia es popular, pero no es cool. Las prendas que saca H&M con el logo de la NASA se usan por el mérito del diseñador de ese logo, no porque ser entusiasta de la astrofísica sea un paso directo a la popularidad.

¿Eso es malo? Para mí, la respuesta es un rotundo sí.

Que algo sea aceptado no quiere decir que no haga falta progreso en torno a su aceptación. Después de todo, podríamos decir que en Venezuela la comunidad LGBT es aceptada porque absolutamente todos los tíos del país dicen que “su peluquero es gay”, y estaríamos incurriendo en tremendo error.

La ciencia necesita empezar a ser cool. Limitarla a libros de 1450 páginas y TikToks de cuestionable calidad no es particularmente productivo. ¿Cuánta de la “divulgación científica” actual realmente “divulga”?

Los vídeos de YouTube, por ejemplo, no suelen llegar a una audiencia que no sea ya entusiasta de la ciencia. “Amplían” la ciencia, mas no la “divulgan”. Es una labor importante, pero hace falta más que eso.

Esa “ampliación” de la ciencia es necesaria, pero no es lo que en este momento necesitamos. No es realmente útil que todo el mundo tenga una noción distorsionada de lo que es la radiación de Hawkings, pero sí resultaría mucho más productivo que todos tengamos alguna idea de cómo aplicar el método científico en nuestras vidas.

Para que algo llegue a todos, tiene que adaptarse a su época, a las necesidades de su público y, con ello, a sus inquietudes. Eso, para mí, es lo que hace que algo sea cool.

Hacer TikToks empezó a ser bien visto porque la plataforma dio lugar a la difusión de contenidos que en otras redes no tenían plataforma, además de surgir en un momento donde las velocidades de Internet empezaron a ser suficientes para cargar vídeos en poco tiempo. En otras palabras, cubrió una necesidad y se adaptó a su momento.

La ciencia tiene que empezar a hacer eso. La divulgación científica ahora consiste en compartir clips de Carl Sagan y hablar de lo genial que era Richard Feynman, cuando es algo que estoy seguro que a ninguno de los dos le parecería productivo.

El éxito de Cosmos vino dado, en parte, por lo novedosa que resultaba. Sus efectos especiales y el mero hecho de ser una serie de televisión hacían que verla resultase atractivo. Richard Feynman no era una persona tan maravillosa porque se quedaba acordándose de Faraday: si algo era, era un adelantado a sus tiempos.

Carl Sagan defendía la marihuana en tiempos donde casi se le consideraba tan nociva como la heroína. Richard Feynman testificó a favor de un topless bar en tiempos donde usar un bikini era un acto de rebeldía. No eran gente de vivir en el pasado.

La divulgación científica actual tiene que empezar a hacer eso. La astrología y los collares de cristales cada vez ganan más terreno porque saben venderse: parece mentira, pero los científicos tenemos mucho que aprender de Mía Astral y Didi Daze.

Después de todo, absolutamente todas las personas que creen en las pseudociencias son potenciales entusiastas de la ciencia. Lo que atrae a alguien a ellas es la búsqueda de respuestas, y el método científico es especialista en ello.

Acabar con este montón de prejuicios y ganar esta batalla no es nada fácil. Son años y años de repetir el legado de divulgadores del pasado y hacer poco más, pero no han sido en vano. Las ciencias ya son populares, pero no son consideradas como algo cool.

Y conseguirlo es totalmente posible.

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